¿Qué hago si mi gato tiene fiebre?
Si sospechas que tu gato tiene fiebre, es importante tomar medidas para evaluar y, si es necesario, tratar la fiebre. La temperatura normal de un gato suele estar entre 38.0°C a 39.2°C (100.5°F y 102.5°F). Aquí tienes algunos pasos a seguir:
Usa un termómetro:
Lo ideal es tomar la temperatura rectal de tu gato para obtener una medición precisa. Lubrica el termómetro con vaselina o un lubricante a base de agua, y luego insértalo suavemente en el recto de tu gato. Mantén el termómetro en su lugar durante unos minutos y luego retíralo para leer la temperatura. Si la temperatura está por encima de 39.2°C (102.5°F), es posible que tu gato tenga fiebre.
Mantén a tu gato cómodo:
Asegúrate de que tu gato esté en un ambiente cómodo y tranquilo, sin corrientes de aire. Proporciona una cama cálida y un lugar tranquilo para descansar.
Mantén a tu gato hidratado:
Ofrece agua fresca y asegúrate de que tu gato beba lo suficiente, ya que la hidratación es importante cuando hay fiebre.
Observa otros síntomas:
Además de la fiebre, observa si tu gato presenta otros síntomas, como letargo, falta de apetito, vómitos, diarrea u otros signos de malestar. Esto puede ayudar a determinar la causa subyacente de la fiebre.
Consulta a un veterinario:
Si la fiebre es alta, persistente o se acompaña de otros síntomas graves, debes consultar a un veterinario. La fiebre en los gatos puede ser un síntoma de una variedad de problemas de salud, como infecciones, enfermedades sistémicas o inflamación.
No administres medicamentos sin consultar al veterinario:
No intentes administrar medicamentos para reducir la fiebre por tu cuenta. Algunos medicamentos humanos, como el paracetamol, son tóxicos para los gatos. Consulta a un veterinario antes de dar cualquier medicación.
Un diagnóstico preciso de la causa de la fiebre es esencial para proporcionar el tratamiento adecuado. Nunca ignores una fiebre en tu gato, ya que podría indicar un problema de salud subyacente que requiere atención veterinaria. La fiebre es un síntoma, no una enfermedad en sí misma, y debe de evaluarse por un profesional.
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